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SOBRE LA HIPOCRESÍA Y LA MENTIRA
(O del dogma de la modernidad).
(Artículo escrito por el Caballero Tirodal, Orlando Croy Romero).
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Que estamos viviendo en una civilización corrupta y decadente por
ser esta hipócrita y mentirosa, no cabe la menor duda. Estos dos adjetivos son empleados con
frecuencia para denominar a ciertas conductas de aquellos que son parte de un grupo humano
determinado.
Es menester aclarar que se entiende por mentira e hipocresía por el
hecho que estos dos vocablos han perdido el significado punible que intrínsecamente tienen. Esto
es así porque esta sociedad decadente se funda y se sostiene con estos dos adjetivos. Esto es
análogo a que en un mundo de borrachos se quisiera enseñar que es la sobriedad. En este caso los
borrachos son los hipócritas.
Una persona hipócrita es alguien que finge sentimientos de los
cuales carece, o expresa ideales que jamás sigue.
La palabra “hipócrita” viene del griego Hypokrites que significa
“actor”. Esta proviene del verbo Hypokriynein que significa actuar o exagerar.
Es indescriptible el asco que les tengo a estos sujetos, sean estos
hombres o mujeres. Este asco es la causa por la cual me cuesta describirlos en esta reflexión,
razón por la cual me limitaré a ilustrar lo que realmente son; por eso de que “una ilustración vale
por mil palabras”. Comenzaré sacándole la máscara a aquellos abominables que dicen amar a los
niños.
Estimado lector. ¡He aquí al hombre la mujer… y el aborto!
Fetos en una bolsa de residuos.
“Se dice que el aborto es un medio para ayudar a la mujer, cuando en
realidad lo que se busca es una cómplice para un asesinato, con el agravante que es un
acto filicida”.
Víctima de un amor hipócrita.
“El aborto como planificación no es otra cosa que la planificación
de la muerte”.
“Se niega o se tergiversa la vida fetal para justificar un
asesinato”
“Privar el nacimiento de un niño, éticamente es un crimen de lesa
niñez”.
“Lo grave es que los medios de comunicación masiva junto a la
educación que también es masiva, fomenta y promueven el asesinato de niños antes de nacer”.
Quien maltrata a los niños o evita que nazcan, es porque en su
interior murió la inocencia que a ellos pertenece, y en su lugar germino la semilla del Mal”.
Los llamados humanistas sean estos democráticos, socialistas,
comunistas, masones etc. Siempre pregonaron la lucha por el más débil. El pobre contra el rico, el
negro contra el blanco, el débil contra el fuerte. Había que tomar partido por uno de ellos que
curiosamente nunca tomaron partido por los niños. Para esta lacra social era condenable la guerra, la
pena de muerte o cualquier forma de violencia, de modo que a había que oponerse las armas al
fusilamiento y al cadalso. Para estos la vida era lo primero por lo que había que sacrificarse, mejorar la
calidad de vida de los necesitados, los desheredados, en suma del débil.
El de la mano enguantada es quien dice amar a sus hijos y a los
niños.
Hasta aquí todo bien. Se podía estar de acuerdo o no con estos
“maltusianos”, pero algo aconteció con estos “sabios”, emergió al umbral del sentido del mundo algo que
sería lo más, abominable, despreciable y satánico: El aborto.
Este acto éticamente incalificable, se ha tornado en la actualidad
como un dogma institucionalizado, que es decir con certeza que se ha legalizado la muerte.
Niño asesinado en un aborto.
La discusión con respecto al aborto se dio porque estos criminales
humanistas no les fue posible negar la vida del feto, y llevaron la discusión encuadrándola a si
el feto era una persona o no. Esta posición de si el feto era persona o no, se sorteo apuntando a la
madre, afirmando que ella sí es persona y por consiguiente con capacidad de decisión. Esta posición
condenó a muerte al niño, aseverando que si bien era una vida ¡no era una persona! Mi querido
y estimado lector, si esto no es hipocresía ¿Qué mierda es?
Aquellos niños que se salvaron de ser asesinados en el útero materno
con un aborto, salieron de un infierno para caer en otro: El infierno de la vida, con el
agravante que se encuentran totalmente indefensos en medio de una guerra espantosa en la cual son tomados
como rehén cuando no muertos por sus captores (padres, religiosos, educadores etc.),
quedando en el campo de batalla muchas bajas, entre ellos muchos heridos como por ejemplo los
idiotizados por la educación, internet y la televisión.
Existe una verdad velada, oculta, negada cuando no desconocida; es
el hecho de que los niños no son paridos (vía natural), los hacen nacer por cesárea (vía
cultural), excepto que el nacer por esta última vía sea por razones médicas, que de ningún modo quiere decir
que no sea negativo para el niño, puesto que se ha alterado un designio con un hecho cultural.
También existen abortos tardíos. Este por ejemplo, es un aborto
social.
Niño comiendo residuos encontrado en la calle.
¿Se dio cuenta el lector que los niños ya no juegan como otrora lo
hacían emulando a los “mayores”?
El alimento preferido del Señor: El dolor.
El juego no es otra cosa que la actualización de matrices virtuales
(culturales) a través de la puesta de sentido. Los niños ya no juegan a la guerra, ni a emular
actividades de los mayores fundamentalmente laborales. Las niñas ya no juegan a ser mamá y por
ende con muñecas.
Estimado lector, no le quepa a usted la menor duda que el
responsable de esta decadencia la tiene el aborto, fundamentalmente los encubiertos, como las cesáreas y los
posteriores abandonos producto este último, también de la falta de afecto y autoridad de
los padres (fundamentalmente del hombre) que de algún modo estos también fueron abortados…por el
sistema social.
Con este cuadro deplorable y terrorífico el niño pasa a un estamento
social que se lo conoce como adolescencia. Esta etapa que no es otra cosa que una nueva trinchera
donde tendrá que enfrentar los mismos enemigos con otros aspectos pero más fuerte. El adjetivo
adolescente, adolece (valga la redundancia) de una clara definición exceptuando que
semánticamente significa carencia, no teniendo esto importancia aquí, puesto que lo importante es el
contexto en el cual se manifiesta dicha adolescencia.
Este período de la vida se caracteriza por ser el más combativo por
la “independencia” que naturalmente le corresponde al joven con respecto al medio familiar
y social.
El salir airoso de los enfrentamientos con la superestructura (medio
social), depende de las armas con la cual han sido dotados, que por lo visto no son las más
adecuadas. ¿Y cuáles son esas armas indispensables y estratégicas? Veamos:
El odio y la envidia no es otra cosa que el desdoblamiento
hipostático del Mal en la estructura arquetípica.
Existe una manifiesta envidia hacia los jóvenes de parte de los
mayores. Es la razón por la cual se los abandona y los dejan a su suerte.
La profunda implicancia de esta sentencia se debe buscar en el
interior de cada responsable de su educación, que es donde se manifiesta esta hipóstasis que como dije
arriba, no es otra cosa que la manifestación del Mal en la estructura arquetípica.
Bien se podría decir que a la juventud se la ha dado en sacrificio
al Dios de la modernidad, ese Moloch que se alimenta de lo prístino y noble que es la juventud.
Ellos los hipócritas, los corruptos, llámense estos educadores, jueces, o cuales quiera que tengan una
responsabilidad social, son los nuevos sacrificadores que ofician de “guardianes del umbral”, siendo
la cultura el apoyo logístico de esta lacra satánica.
Es de importancia cardinal que los jóvenes sean instruidos en las
diferentes ciencias o disciplinas que les ofrece la superestructura, para que valiéndose de los
distintos lenguajes habituales y con orientación estratégica, evalúen la realidad que los circundan y con
ella conformar un modo de movimiento para evitar caer en la trampa tendida por dicha
estrategia enemiga.
Quien viva en un medio urbano y carezca de esta instrumentación que
dan los distintos lenguajes habituales, quedará en total estado de indefensión, quedando a
merced del enemigo que lo integrará a férreos aspectos de la superestructura.
De modo que a mayor conocimiento de las variables de la “realidad”,
mayor posibilidad de conformar una estrategia de liberación. Todo esto carecerá de valor
si al joven no se lo ha instruido en la única manifestación espiritual del hombre: El arte.
¡Sí! No existe modo de purificar la sangre en un medio urbano que no
sea conociendo en profundidad sus variables tácticas, que no son otras que las
distintas disciplinas científicas (lenguajes habituales) si no es con el poder mutante, con el auxilio
de lo único puro y espiritual del hombre. El arte.
Usted elige: Vivir bajo este símbolo…
No cabe ninguna duda que es de esta instrucción de la que adolece la
juventud (y no solo ella), carencia esta que se manifiesta con total evidencia en la idiotez en
la cual han sumido a sus mentes y también a sus espíritus. Solo hace falta ver el total
abandono, la profunda soledad en la cual se encuentran los jóvenes para que sea irrefutable el hecho que
son víctimas expiatorias de este sistema perverso y diabólico, construido y ejercido por estos
nuevos sacerdotes llamados “funcionarios”, sean estos políticos o educadores, que a lo único
que le son funcionales, es a ese demonio que en la antigüedad se lo conocía con el nombre de Moloch.
Pero no todo termina aquí, porque la maldad sin nombre de este
sistema (léase civilización) no podría sobrevivir sin el soporte logístico de sus esclavos que por
millones se esconden detrás de la máscara que nosotros conocemos con el nombre de “sujeto cultural”.
Son los que recogen el alimento que más apetece a su Señor: ¡El dolor! Ese dolor, que ha
decir de Buda se encuentra en el deseo, este deseo es el que se transforma en rector de las vidas
de aquellos jóvenes, que por la puesta de sentido al sexo caen en las redes del designio rector que
rige a la mujer que no es otro que el de procrear. Este, como todo designio que es a priori del
sujeto, queda fijado en el joven (¡Y no solo en el!) que con el aporte táctico de la superestructura conforma
lo que conocemos como familia.
Esta institución formada con proyecciones culturales, que convergen
con designios animales, es la más segura prisión en la cual el Yo que es reflejo de Yo infinito,
no escapará jamás excepto que medie entre él y el mundo el canto carismático de lo eterno,
portento este que está vedado a la gran mayoría de los hombres por carecer del oído interior, “órgano”
este indispensable para poder discernir un lenguaje musical que la sabiduría primordial llama
“lenguaje de los pájaros”.
Pero no nos vayamos del tema. La institución familiar, como toda
construcción arquetípica, nace evoluciona y muere, siempre y cuando no deje descendencia; y en esta
descendencia se encuentra el meollo de la cosa. ¡Sin hijos no existe la familia! Si,
mi estimado lector... la familia tal cual la conocemos es una fábrica de rehenes, puesto que es eso lo
que son los hijos. Es falso el amor que dicen tener por ellos. ¡No es posible querer a un hijo
cuando se le ha asesinado al hermano con un aborto o tienen proyectado hacerlo!
La gran mayoría de los que hoy son padres por designio (no por
convicción) tienen hermanos, hijos y nietos asesinados en el útero materno, siendo un atenuante si este
crimen se lo ha cometido por animalidad o ignorancia, estados estos infrahumanos que no por eso
dejan de ser punibles.
En este contexto se desarrolla la vida de la pareja que devino en
familia, con el agravante para el hombre que lo harán responsable de todo aquello que no supo o no
pudo lograr para el bienestar de los suyos; y esto es por algo que muy pocos ven: La mujer, por
manipulación arquetípica es “socia” en las ganancias, nunca en las pérdidas (siempre el hombre
es el responsable si la mujer aborta). De modo tal que el amor que se pregona y se quiere
demostrar en el seno familiar cuando actúan de enamorados, queriéndolo demostrar con caricias, besos y
amabilidades, sin lugar a dudas es la más alta manifestación de la hipocresía y la mentira.
Esto no tendría nada de grave, no pasaría de ser una relación
patológica, de no ser que este tipo de unión, valiéndose de lo que ellos llaman amor, en un mar de
secreciones y sudor, en un banquete de compartido placer, gestan las futuras víctimas que serán
eliminadas en un aborto, y de tener la suerte de salir indemne lo hará la superestructura en la
cual nacerán, la cual es gobernada por los sacrificadores a su servicio.
¡No están jugando; buscan alimentos en la basura!
¿No acuerda lector? Le ruego que se responda interiormente estas dos
preguntas.
Pregunta: ¿Cómo se puede amar a un hijo cuando se ha asesinado a su
hermano? ¿Cómo se le puede llamar “querido/a” o “mi amor” a alguien al cual se le ha
mentido y engañado? Si esto no es hipocresía mí querido lector ¿Qué mierda es? Por favor responda.
¡Esto no termina aquí, hay más todavía! Inexorablemente este hombre
marcha hacia una segura e insalvable vejez, aludo aquí a una vejez biológica, puesto que a la
espiritual hace tiempo que la perdieron. Es indignante el desprecio, la indiferencia y hasta el
odio con el cual esta sociedad, esta cultura judeocristiana tratan al anciano. Este trato tiene como
sustrato el hecho de que este hombre mayor se encuentra cerca de la muerte, y el hipócrita y el cobarde
se espantan ante ese hecho insalvable. Esta es una de las razones por la cual a los ancianos se
los abandona a su suerte.
Pregunto. ¿Quién tendría el valor de vivir al lado de la muerte? El
hipócrita y el cobarde no, claro está. De modo que ¡Disparen contra los viejos! Y es eso lo que
hacen.
Visto desde lo transcendente el anciano es un guerrero sin saber que
lo es. Esta es una verdad que tiene profunda implicancia metafísica que posee una relación
directa con el encadenamiento espiritual, cosa que entenderán aquellos que fueron y son instruidos
en la sabiduría primordial.
Anciano muerto en la calle. Una baja más. El enemigo es implacable.
Este guerrero sin saber que lo es, se lo ha tratado de eliminar
desde el seno materno, que por razones que no vienen al caso llego a la situación actual, la cual
es análoga a la que se encontraba en el útero.
Sí mi querido lector. El niño al nacer, lo hace en un campo de
batalla y este hecho lo obliga a luchar quiera o no, y si sale indemne del combate, el enemigo nunca
le perdonará y el castigo será el desprecio, el abandono y el escarnio, o el abandono extremo como
lo ilustra la foto arriba expuesta.
Si no se cree lo que lo que lee, invito al lector visitar ese
depósito de viejos al cual le dan el nombre académico de “Hogar de ancianos” cuando en realidad son mazmorras
que solo aquel de una
infinita hipocresía y maldad puede soportar. Mal comidos,
maltratados cuando no castigados, así trata el cobarde y el hipócrita a aquel que le está señalando su
futuro cierto e insalvable que es la muerte. ¡Con el agravante que esta conspiración se realiza con la
complicidad de los hijos! ¿Cómo van a salir a pasear por un centro comercial con un viejo? ¡No señor
no es moderno, que va a decir la gente!
Niños novatos, derrotados en el primer combate. Víctimas de la
hipocresía.
Veterano de mil batallas perdidas. Resistió hasta aquí.
Esta sociedad execrable tiene un desprecio enfermizo, satánicamente
enfermizo por los niños y los ancianos. Unos por entrar en combate, y los otros por resistir en el
mismo ¿Entiendes? ¡Debes entender o estas perdido!
Una sociedad que no cuide a los niños y a los viejos
irremediablemente tiene que estar de acuerdo con el aborto, puesto que este es la causa de tamaño genocidio.
Alguien dijo: “Yo soy el alfa y el omega el primero y el último”
¿Estaba aludiendo a los niños y a los ancianos?
También dijo: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis
porque de lo que son como éstos es el reino de los cielos”
Obviamente no aludía a los niños de la ilustración arriba expuesta
ni mucho menos a los abortados. ¡O sí!
¡Si esto no es hipocresía qué carajo es!
“La hipocresía es el modo con el cual se relaciona en la sociedad el
mediocre, el indigno y el inescrupuloso. Es un gusano que se arrastra, miente y traiciona por
una migaja de reconocimiento y protagonismo”.
“Hay que cuidarse de los hipócritas; están siempre presto a la
traición, desconocen la lealtad, siempre conspiran, y son expertos en mentir. Cuando dan la
palabra jamás la cumplen; y esto por una razón: ¡No la tienen!”.
Más allá del asco que se pueda sentir por esta sociedad hipócrita y
cobarde, los viejos y los niños también tienen sus héroes y mártires, aquellos que lucharon hasta el
fin pasando hambre, persecuciones y miles de peripecias más. Narraré acciones de hechos
históricos desconocidos, por no ser estos enseñados y ocultados ex-profeso por temor a ser
emulados.
En 1806-1807 los ingleses invaden Buenos Aires, entonces colonia
española. Todos resistieron la invasión, cuando digo todos aludo a hombres y mujeres, ancianos y
niños. Destacándose en esas acciones el valor sin límites de un niño que entre la metralla
apoyaba logísticamente a la resistencia, alcanzando pólvora proyectiles y arrogando piedras y
agua hirviendo al invasor. Este
niño herido en combate, fue distinguido por su valor; solo tenía 13
años de edad. Se llamaba Juan
Manuel de Rosas. El restaurador y padre del federalismo Argentino.
En 1810 el General Manuel Belgrano rumbo al Paraguay con un pequeño
ejército de 250
hombres, tuvo un encuentro con los colonialistas españoles. Previo a
esa batalla el general asistió a una reunión con sus oficiales en la cual se hicieron presentes un
grupo de paisanos para que se los aceptara como voluntarios, entre ellos había un niño de tan solo
12 años que rogaba que se lo aceptara como voluntario. Fue aceptado con condiciones que no vienen
al caso.
El 9 de marzo de 1811 se desarrollo el sangriento combate de
Tacuarí. Al frente de la infantería, arengando a los soldados y redoblando el tambor, iba el niño de 12
años que cayó muerto por una descarga de fusil. Se llamaba Pedrito Ríos. Se lo
bautizo con el nombre de “El tamborcito de Tacuarí”.
En la segunda mitad del siglo XIX el heroico pueblo del Paraguay
entabló una guerra contra Argentina, Brasil y Uruguay conocida como “La guerra de la triple
alianza”, que según historiadores respetables pelearon hasta los perros (no es una metáfora) junto a
soldados, mujeres, niños y viejos en defensa de la patria paraguaya. El sacrificio y el valor
de este pueblo solo se puede comparar con la defensa de Estalingrado o la defensa de Berlín en la
II guerra mundial ¿No lo cree el lector? Interiorícese de esa gesta y lo verá. Le daré un dato:
Las bajas paraguayas en la guerra fueron de 1.000.000 entre civiles y militares ¡El 75% de la
población, y esto entre 1865-1870! (¡Aquílos argentinos hipócritas y cobardes se espantaron porque en
Malvinas murieron 600 patriotas, ocultando que los ingleses tuvieron más de 1100 soldados muertos!
Pero esa es otra historia de la cual más adelante haré un comentario, porque existe un total
desconocimiento de la batalla de Malvinas y el heroísmo demostrado por “chicos” como peyorativamente
llaman los cobardes e hipócritas a los soldados patriotas que lucharon en Malvinas ¡Dicho
y documentado por oficiales ingleses!)
El combate final se llevo a cabo en “Cerro Cora”. Las fuerzas de la
triple alianza contaban con 4600 soldados, la paraguaya con 480 defensores, ¡350 eran niños,
viejos y mujeres! ¡Ninguno deserto, ninguno se rindió! Uno de los últimos en caer fue el Führer
de la patria paraguaya el Mariscal Francisco Solano López. Todo esto sería una anécdota
bélica más de no ser porque el jefe del estado mayor del Mariscal López (su hijo) poseía el
grado de coronel. Murió en combate al frente de sus hombres. Contaba con solo 16 años. Se llamaba
“Panchito” Solano López.
El paradigma del valor de los viejos y los niños se dio en la II
guerra mundial, en la defensa de
Berlín. Las siguientes ilustraciones sintetizarán de modo elocuente
lo que llevaría mucha hojas exponer.
El Führer condecorando a niños en la defensa de Berlín.
“Viejos” aprendiendo el manejo del antitanque “panzerfaust”.
Esperando el ataque ruso. Los dos extremo del valor. El niño tenía
15 años, seguramente murió.
El Führer saludando a niños de Juventud Hitlerista en la defensa de
Berlín.
Anciano aprendiendo el manejo del arma antitanque “panzarfaust”.
Este hecho que no es comprendido y temido por los historiadores de
la mentira, quedara marcado a fuego en la memoria de todo aquel que sienta un desprecio sin
límite por la hipocresía, la mentira y la cobardía.
Las palabras son pocas, no alcanzan para describir con exactitud
tamaña lealtad y valor de este pueblo, que como todo pueblo que se precie de heroico se inmolará
antes de aceptar cualquier condición que cuarte su libertad.
Tiene que quedar claro que un pueblo como el descripto arriba no
está compuesto por ciudadanos comunes temerosos de las leyes impuestas por los hipócritas y
cobardes ¡Esta compuesto por héroes! ¡Porque un niño, un anciano o una mujer al jugarse la vida
por un ideal o por la patria que es lo mismo, no evaluando la fortaleza del enemigo, con principios
supremos como el honor y la lealtad, dejan de ser humanos para participar de lo eterno, lo sepan
ellos o no!
Quien al leer esta reflexión no sienta asco, odio y el deseo cierto
de destruirlo todo, es por la simple razón de que por sus venas no corre sangre, corre mierda; mierda
emanada por el centro de esta cloaca que los hipócritas le dan el nombre de corazón, refugio éste
de cobardes y mentirosos.
Desde niño siempre me conmovió la pobreza extrema y la indigencia,
sentía gran pena por los ancianos y los niños, a veces dándole de comer lo que llevaba para
merendar a la escuela, colaborando mi madre con esto. Sentía desprecio por mis compañeros
cuando se mofaban y se reían de ellos, llegando a pelear por eso; curiosamente las maestras
siempre tomaron partido en mi contra. ¡Sí! Algo corría por mis venas y puedo dar fe que no era la
mierda que les corría y les corren a los que fueron compañeros de lo poco que estudié, y por
extensión a la gran mayoría de los hombres y mujeres, fundamentalmente los que tienen amigos.
Porque amigos eran los que se burlaban de los viejos y niños indigentes. ¡Ahora puedo decir sin
miedo a equivocarme que nunca tuve amigos, es decir, nunca integré un grupo de hipócritas!
¡Quien desprecia la injusticia y la inequidad no puede tener amigos,
porque serlo o tenerlo, implica ser cómplice de un delito, de un delito de lesa eternidad!
Con respecto a la amistad tengo algo que decir. Lo haré en la
próxima reflexión.